Donde volver

 


En medio de dos procesos vitales comencé este diario de vida abierto como una manera de dejarme un registro al cual volver. Es silencioso, lo escribo sólo para mí y sí, también lo hago en un espacio abierto para hacerme creer que en realidad no me estoy ocultando tanto. No he querido detenerme.

A veces se me olvida y mi mente se pierde proyectando o dudando en si debería, podría y… ¿si alguien lo lee? Tengo que detenerme y recordarme por qué lo hago, entonces todo vuelve a ser ligero.

Escribo mientras lo estoy viviendo. El hecho es que en junio escribo mayo.

Hay algo de incómodo en ser consciente de la diferencia en las horas de antes y la forma que ha tomado el tiempo ahora. En convivir con nuevos silencios y sentir la necesidad de llenar espacios. No es necesariamente bueno o malo, entiendo que es sólo una parte de este proceso de estar asentándome en un nuevo modo, justamente, de estar. Es incómodo, aún incomprensible.

He llenado las horas dibujando, sin propósito alguno como incentivo primero, aunque en el fondo siempre late ese algo más que hacer, o el imaginar cómo podría seguir o qué más podrá ser. También tengo que detenerme y volver a la línea que se está dibujando en este instante, entonces, de nuevo, todo vuelve a ser ligero.

He extrañado el jardín, los fríos del casi invierno no dejan mucho margen para meter las manos en la tierra.

He encontrado alivio en escribirlo todo, seleccionando lo que dejo para mí y lo que queda librado ahí afuera.

Me ha costado mucho tener la voluntad para salir de casa, agradezco a quienes me invitan por segunda vez, de otro modo me quedaría en la topera. Lo que también es cierto es que hay aire fresco ahí afuera y cada vez me siento un poco más cómoda en compartir una mesa con alguien, entre un ida y vuelta de nuestras historias.

•••

Este diario se ha vuelto más que el registro de una etapa, es un autodescubrimiento, mucho más gentil y amable que en otras épocas. Me ha permitido poner en palabras lo que está en mi mente, verlas, leerlas y leerlas una vez más en voz alta, reconocer entonces qué está pasando, dejarlas reposar, volver a leer y notar que hoy no se siente igual que ayer, a veces sí, y esas son las ideas que se quedan.

Es un mapa en donde puedo ver las rutas que me llevan a crear. Sea cual sea el incentivo o necesidad, he disfrutado volver a dibujar. Miro las nuevas imágenes, una y otra vez, sonrío y sigo dibujando.

Con un paso a la vez, me sigo construyendo ese segundo hogar, ese al que quiero ir de visita, al que quiero volver y continuar viniendo.




Gracias por pasar, al sombrero creativo y a mí nos alegra tu visita.

Abrazo inmenso y te espero en la siguiente historia.









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