En Abril




Volví a casa en otoño. Elegí esta habitación. Le traje margaritas y una planta. Pinté la pared de verde para que se sienta como entrar en un bosque. Apagué la radio y puse música de piano.
Seguí escribiendo por las mañanas. 

Reparé una mesa y una silla que estaban arrumbadas y las coloqué frente a la ventana, con vista a un arbusto de flores blancas que me recuerdan a uno de flores rosadas que había en el campo donde crecimos. Colgué algunos cuadros y me imaginé pintando unos nuevos.

Revisé, regalé y tiré todo lo que hacía demasiado tiempo esperaba ser algo más. Recordé y tiré también los recuerdos que ya estaban olvidados. Quité fotos del pasado y dejé el espacio libre para reemplazarlas con las que al verlas recordara qué lindo lo pasamos ese día, no hace tanto. 

Me invité a salir, hay un café cerca de casa que da la casualidad que sólo está la niña que lo atiende cada vez que voy, está ambientado con muebles antiguos, una música preciosa y siempre está disponible la mesa junto a la ventana que más me gusta. Pido el cortado, algo más y me quedo en silencio unas horas mirando el movimiento en la calle. 

•••

He tenido que volver a enseñarme, mis cuadernos de bocetos no son nada comparados con los bocetos para la vida. Lleno cuadernos con experiencias, guías, recetas, lo que veo, lo que escucho, una melodía, de todo un poco, palabras, otras voces a las que vuelvo cada tanto para recordarme que puede haber otras maneras de sentir. Vuelvo a ellos para recordarme quien solía ser y el entusiasmo por la experiencia de vivir que solía tener. En ocasiones, también para tener la consciencia de que han pasado cinco o diez años y sigo intentando recordarme. Tal vez deba dejar de querer hacerlo.

Renuncié a las interminables listas y planes, dejé de imaginar el futuro. En el último cuaderno que me acompaña estos años garabatee unas líneas de lo que estaba quedando hoy, ahora, en este instante. Estos momentos que aun puedo recrear todos los días, sin importar qué.


El tiempo va a pasar de todos modos

Un jardín secreto · Un hogar alegre

Luz tenue · Calidez · Aroma a café


Un jardín no se construye en un día, pero se puede remover la tierra hoy y preparar el suelo. Temprano coloco el café para sentir ese rico aroma mientras escribo, y cada día cuando cae el sol prendo las lámparas, enciendo unas velas y la música del piano.

Nuevamente y sin importar qué, todo eso se siente bien.

Con el duelo viene la consciencia de la finitud de la vida. De pronto, las instantáneas de una vida cotidiana se vuelven instantes que absorber y saborear despacio, la mirada se torna profunda y sinuosa como queriendo encontrar algo escondido allá a lo lejos, al final de todo. La escucha se vuelve silenciosa, más atenta y con melodía ambiente de fondo. Mañana es mañana y deja de ser demasiado inmenso.

Así, día con día, juego a ser y me invento el escenario, sigo, y mientras lo hago voy reconstruyéndome el espacio para volver a abrazarme con nuevos rituales. 

A veces no se trata de crear algo magnánimo, sino algo tan simple y lo suficientemente fuerte que sea capaz de sostenerte, además de todo.




Gracias por visitarnos, al sombrero creativo y a mí nos alegra que vengas.

Abrazo inmenso y te espero en la siguiente historia.








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